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Eddie Gordini

Eddie GordiniEddie Gordini nació, o al menos no ha habido forma de demostrar lo contrario. Según declaró hace años al New Musical Express, aprendió a tocar la guitarra por la misma razón que estudió filosofía, papiroflexia y dactilografía: para no tener que bailar en las fiestas. Con el tiempo descubrió que ninguna de esas cosas servía para ese propósito, pero ya era tarde.

Intérprete ecléctico, ha conseguido reunir en una sola persona los defectos de los más grandes guitarristas de todos los tiempos. Un día de estos me pondré con las virtudes –dijo hace tiempo, pero se ve que no ha encontrado el momento de empezar. Cuenta entre sus principales influencias al guitarrista tapihiano Teddy Mars, cosa que explica que no levante cabeza (obsérvense las fotografías).

Se cree que cuenta con un extenso currículum como músico, pero lo cierto es que tal creencia sólo se basa en unas cuantas fotografías viejas que ya amarillean y en tres o cuatro deslices del propio Eddie propiciados por el exceso de whisky y cerveza.

Conoció al resto de Esos Gordini bebiendo whisky en total vagabundaje y sintiendo la tierra rodar, lo cual no explica nada pero queda muy bien en una biografía, y poco más se puede añadir. O si se puede, no se nos ocurre en este momento.

Eddie GordiniUtiliza principalmente una Fender Stratocaster de 1989 con pastillas Lace Sensor, enchufada a un Marshall. Cuando se le preguntan sus razones para utilizar este equipo siempre responde: Es lo que hay. No son pocos los que se preguntan qué pasaría si hubiera otra cosa.

Los críticos han querido relacionar su estilo con el de infinidad de guitarristas, lo que sólo prueba algo que siempre se ha sabido: que los críticos no tienen ni pajolera idea de tocar la guitarra. No hace mucho le comentaron que su sonido recordaba mucho al de Snowy White. «¿Quién?«, se limitó a responder. En una larga entrevista concedida a la revista Rolling Stone que nunca fue publicada declaró: a mí a quien me gustaría parecerme es a Albert King, o a Stevie Ray Vaughan o a Django Reinhardt, o a Joe Pass…, en fin, a ver si un día de estos tomo unas clases.

Lo único cierto es que su sonido parece muy influído por el blues, que como todo el mundo sabe es el apesadumbrado lamento de los negros. Por eso, cuando Eddie coge su guitarra, parece que esta, la guitarra, se está quejando, reclamando a gritos que la dejen en paz.

El conocido musicólogo aleman de origen polaco Walter Shorofsky, el único que parece haberse fijado en Eddie, ha dicho en numerosas ocasiones que se trata de un «guitarrista increíble», pero siempre ha declinado precisar si eso es bueno o malo.

Entre sus aficiones cabe destacar el coleccionismo de alpargatas de esparto (posee una de las más extensas colecciones privadas del mundo) y el whisky de malta (posee una de las más extensas colecciones de botellas vacías del mundo). No tiene previsto rehabilitarse de ambos vicios.

Por lo demás, sueña con retirarse en la recóndita isla de Tapihi pero sabe que la cosa está difícil, sobre todo ahora que ha dejado de echar los Euromillones. A ver si un día de estos pega de una vez un pelotazo. Tal vez con el próximo disco de Esos Gordini.

Eddie Gordini